domingo, 17 de agosto de 2008

Las madres jovenes son feas

Es como una pesadilla. Salgo a la calle y me cruzo cochecitos de bebés. Grandes, rojos, de gemelos, retro, estampados, fashion, caros y más baratos... carritos y más carritos. Todos empujados por sus respectivas madres que me miran con sonrisa complacida al verme clavando los ojos en sus porta-bebés. Todas con el mismo brillo en la cara, con ese gesto que las hace creerse elegidas, las mejores mamás con los mejores bebés. No os miro por eso, mi cara no es de asombro por la belleza de tu retoño, es de pasmo, de estupefacción.

Una vez cené con tres parejas de padres noveles. He dicho una vez, si. Salí vivo de aquello y no pienso volver a tentar la suerte. Los padres (la parte masculina quiero decir) como siempre, con los mismos temas recurrentes en cualquier varón que se precie, independientemente de su estatus social y edad (sexo, tías, deporte, coches, música, algo más de sexo y tías y poco más) ellas, (la parte femenina quiero decir) sólo hablaban de cólicos, papillas, métodos educativos y pañales enzarzadas en una especie de batalla absurda para demostrar cual de ellas era mejor madre y cual quería más a su retoño. Realmente insoportable. Si fueran chicas agraciadas hubiera tenido una mayor resistencia, todo se soporta mejor si hay belleza, pero es que estas pobres muchachas, que ya era feas antes de parir, estaban ahora estaban realmente horribles, dañinas a la vista. Las observaba horripilado. Ya no oía su cansina retahíla, esas caras hinchadas, granudas, sin maquillar, las caderas desparramadas, esas ropas, todo ello era más contundente que oírlas hablar de pezones agrietados o de la diarrea de sus retoños.



Convencido de que a las mujeres de mis amigos la maternidad no sólo las había modificado a peor en lo físico también comprobé que su carácter se había avinagrado y su estupidez acentuado. Desde aquella noche he observado a cada madre con la que me he cruzado. Evidentemente sin conversación de por medio (no quiero acercarme a cada mami que veo por la calle) no puedo decir si el carácter de las jóvenes madres se ve afectado igual que el de mis amigas. Sólo opino de lo que ven mis ojos y puedo afirmar que un mínimo porcentaje se salva de la quema. Parece como si para muchas parir fuese la meta y la seducción, la belleza o la sensualidad, meras tretas para conseguir el anhelado bombo. Una vez han parido se olvidan de que comparten vida, deseo y futuro con sus parejas, a parte de con sus bebés. He escuchado cientos de veces a madres vestidas con chandal e hijos ya creciditos, achacar su mal aspecto a que estaban hinchadas por el embarazo! De vez en cuando veo alguna empujadora de carrito que tiene buena pinta... claro! es la chacha de una pija. Las mamis pijas están ocupadas en recuperar su esplendor, para que sus mariditos no las abandonen por alguna niña más joven que las prive de su vida de lujo y poco esfuerzo. Mientras, mis amigos (y tantos otros papitos) seguirán hablando de lo buena que está cualquier mujer menos la madre de sus hijos y haciendo más rico al gremio de las putas.

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