sábado, 26 de febrero de 2011

sábado, 5 de febrero de 2011

21 días

Respeto. Respeto y admiración. Quiero empezar este post con esas dos palabras para que nadie pueda luego echarme en cara la falta de alguna. Respeto porque considero que debe ir en el equipaje de cualquier persona medianamente inteligente. Es una norma básica de convivencia muy práctica y sana que deberíamos practicar más. Lo segundo porque me quito el sombrero ante la gente que se acepta y se muestra como es, con todo lo que eso conlleva. No soy muy partidario de salir del armario. Considero que nadie fuera de nuestro entorno más íntimo debe saber si tenemos hemorroides, que marca de papel higiénico usamos o si nos depilamos a la cera. Cuanto más en nuestra sexualidad.

Ayer vi atento el programa 21 días. Soy así de básico, dame algo de carne y me tienes de fiel televidente. He de confesar que lo que más me motivaba del programa era ver a esa presentadora medio mema, niña buena y seguro que excelente estudiante, vestida con un corset mostrando escote. Además intento no desaprovechar la oportunidad de aprender siempre que puedo.

Algunos amigos me tientan con el mundo BDSM. No sé si me equivoco pero creo que hay varios aspectos en esas siglas que para mí son más o menos apetecibles.

Empecemos por la estética. El fetish me parece muy sugerente y la cumbre de la estética sexual. Como cualquier otro aspecto de la moda habrá gente con más o menos gusto y más o menos elegante, pero estaremos de acuerdo en que una mujer vestida con ese tipo de ropa está por lo general deseable (el blog de mi amigo Danton Maltés es buena muestra de ello). Otra cosa son los hombres. Ahí me pierdo. No le pillo el gusto a esos tangas con tachuelas, pantalones de látex o  a esas máscaras tipo "el zorro".

El aspecto sádico es el que más compromete mi moral. Quizás a personas con cierta tendencia a la violencia mental, nos pone en un aprieto la petición de alguien para que le hagamos daño. Un culo desnudo, una fusta y la petición de que golpeé me parecen una tentación en la que quizás pierda el control. Prefiero no asomarme a ese balcón, no vaya a ser que se me cague una paloma.

La sumisión puedo aceptarla hacia mí, pero nunca por mi parte. Sencillamente no lo concibo. Supongo que eso nos viene marcado en el código genético. Eso de tener una esclava para todos mis caprichos me parece muy tentador, de hecho me encantaría ser un patricio romano rodeado de esclavas y esclavos.

El concepto del sufrimiento o el dolor como peaje a cambio del placer no entra en mi concepto de la vida. Nuestra moral judeo-cristiana nos empuja a creer en eso, el que estudia tendrá un buen empleo, el que trabaja mucho vivirá mejor, el esfuerzo y el sacrificio siempre tienen recompensa. Si ponéis "Salvame" me daréis la razón en que eso no es exactamente así. 

Me sorprende la vinculación del BDSM con la religión cristiana. Existe un "dress code" (sotana y alzacuellos vs látex y máscaras), la penitencia a cambio del perdón (cilicios o fustas vs mmmmm... cilicios o fustas?), el sufrimiento como camino al cielo (la vida eterna vs el placer el sexual) Me gustaría saber si el BDSM como tal existe fuera del orbe cristiano (a excepción de nuestros queridos tarados japoneses)

Sinceramente, creo que sufrimos bastante sin desearlo como para buscar voluntariamente el dolor. Soy de los que prefiero que me coman la polla a que me zurren en los huevos con una fusta. Soy raro? quizás... Espero que nadie me diga que debería probarlo, nuestro cerebro es un simulador maravilloso para saber si algo nos puede gustar o no. Nunca me han cortado un dedo para saber que debe doler horrores. Tampoco voy a parir y seguro que cuanto menos debe ser molesto.
(foto del blog de mi amigo danton maltes, fiesta devotion)

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