sábado, 25 de enero de 2014

Sonia la vendetta

"Me ha encantado ver que después de tanto tiempo aun me tienes presente" así de provocador empezaba el largo mail que recibí de Sonia, tres años después de nuestro encuentro en los baños de un conocido bar de Barcelona. De las respuestas que recibí a la anterior entrada (os agradezco los mails que me enviáis a parte de los comentarios que colgáis en el blog) la que menos esperaba era la de Sonia. Su vida ha cambiado en estos años y lo que fue un matrimonio feliz se convirtió en una dura separación. No creo que eso sorprenda a ningún lector, el 50% de los matrimonios españoles acaba en divorcio. Tras intercambiar varios mails que podrían firmar un buén par de amigos, unas fotos de sus recién operados pechos, inició el camino que ambos esperábamos. Sonia me reconoció sin ambages que quería resarcirme de nuestra última y única cita. La foto me excitó enormemente, de unas escasas tetas mi amiga había pasado a unos espectaculares pechos talla 100. Me moría de ganas de probarlos.

No fue difícil concretar una cita. Escogí un hotelito cercano al bar donde nos habíamos encontrado en nuestra primera cita. No consideramos oportuno ningún preámbulo, sólo debía indicarle el número de habitación y esperar su llegada. Los días previos a nuestra cita intercambiábamos un mail diario como mínimo. Sonia me enviaba fotos, algunas de mal gusto, que quieres que te diga, pero de todas se deducía que nuestro futuro encuentro estaría abierto a cualquier capricho que se me ocurriera. Le pedí que en la cita vistiera  medias con liguero y un buen conjunto de ropa interior, de cualquier color excepto rojo. También le dije que pasara por un sexshop y comprara una buena polla de látex, a su elección, y lubricante.

Resulta curioso que la anterior entrada hablando de mi amiga Marieta me fuera a deparar un polvo con una chica de la que más bién tenía mal recuerdo. Recibí también, al poco de publicar la entrada, el mail de una buena amiga de Euskadi de la que hacía meses no sabía nada. Como sois las mujeres...

Me puse un albornoz del hotel, lejos del glamour de las películas me iba corto y picaba, pero me pareció lo más práctico para esperar a Sonia tras la ducha. Me había tomado un par de copas en un bar cercano y me había preparado un cubata con los botellines del mueble bar. En la tele, a falta de porno gratis, una partida de snooker en el canal eurosport, terriblemente sexy. Tras esperar media hora, haber apurado hasta los botellines de Larios, me disponía a vestirme y aceptar la lección con una sonrisa en los labios. Toc, toc. Abrí la puerta. No recordaba su cara, podría ser Sonia o cualquier otra, pero era innegable que una mujer sonriente estaba en el quicio de la puerta. La hice pasar, saludó nerviosa. Parecía querer empezar una conversación, pero la cogí de la mano, la lleve hacia la cama y le hice quitarse el abrigo. Se mostró extrañada aunque su gesto no alteró mis propósitos. La hice arrodillarse, me desabroché el albornoz y le metí la polla fláccida en la boca. No empezó a chupar, más bién parecía esperar otra cosa. La ví tan receptiva que a punto estuve de complacerla con una lluvia dorada. Es una práctica que no me motiva nada, pero puestos a satisfacer a mi amiga casi me lo planteé. Un vistazo al suelo enmoquetado me hizo desdecirme. La lluvia dorada plantea siempre enormes problemas de logística.

Agarré a Sonia del pelo y la obligué a chupar. Le aparté las manos para que no me tocara, para nada fue un acto de dominación: la chica tenía las manos frías como carámbanos. Mi polla no tardó en estar dura y disfruté viendo la cara entregada de mi amante. Como le hubiera gustado a Maria verlo. Ya la tenía en el sitio que quería, no recordaba que la chupara tan bién, había progresado en estos años, seguro que no a expensas de su marido. La alcé por los hombros. Seguía empeñada en hablar y yo en lo contrario. La desnudé viendo con satisfacción las medias, el liguero, el tanga y el sujetador que sostenía sus enorme tetas. Estaba muy delgada y había mejorado notablemente en todas las facetas. Le metí una mano bajo el tanga y le acaricié el coño. Totalmente depilado y empapado. Noté un hilito pringoso y estiré delicadamente.  Gocé notando como se dilataba su coño dejando salir una gruesa bola metálica, un poco más y salió otra, a Sonia le flaquearon las piernas en lo que parecía un sútil orgasmo. Ya la tenía si el tanga, con el coño delicioso, expuesto, pero me prometí no caer en la tentación y lamérselo. 

La puse de rodillas sobre la cama, le desabroché el sujetador y, situado a su espalda, le acaricié los pezones, el coño, el culo. Saqué el vibrador recién que Sonia había comprado en una tienda cercana del embalaje. Me gustó el tamaño, le metí un par de dedos en el coño y comprobé que no hacía falta lubricante. Le metía la polla de goma hasta dentro y la estuve follando un buén rato. Sonia gemía absolutamente entregada. Le solté un buén chorro de gel lubricante en el culo y le metí con facilidad un dedo. La chica se reclinó, y la relajación de cuerpo me pidió a gritos que le metiera la polla. Me unté la polla con gel y se la metí sin esfuerzo hasta dentro, me decepcionó tan poca resistencia. Se corrió en poco tiempo, se desplomó sobre el colchón y se hizo un ovillo. La cogí por el tobillo y estiré para separarle las piernas y poder tener el coño a la vista. Sé que no es de muy amo eso de comerle el coño a la sumisa, pero yo no me puedo resistir. Se corrió en mi boca en cuanto añadí a la ecuación el vibrador en su culo.

Levantó una mano pidiendo rendición, pero me tumbé sobre ella y busqué la manera de poderle follar el coño. Pareció resistirse pero conseguí metérsela. Se acomodó enseguida y se entregó con otra corrida. Me pidió esta vez que parásemos, que no podía más. Accedí a tumbarme un instante a su lado pero en cuanto noté su brazo rodeándome el pecho supe que era el momento. Me puse de rodillas, sobre su cara y le volví a meter la polla en la boca. Ella se negó a chupármela, sonriendo y diciéndome con su gracioso acento sevillano "vicioso, un descansillo!" eso fue mano de santo. Me cogí la polla y empecé a pajearme sobre sus enormes tetas. Me excitaba mucho su enorme tamaño, la desproporción, y la seductora cicatriz de sus pezones. No tardé en correrme. Le llené de semen los pechos y la cara. Ella se lamió los labios y jugueteó con sus pechos pringosos. Parecía un gatito sobre el bol de la leche.

Me sentí cansadísimo. En otras circunstancias hubiera reposado para un nuevo asalto, pero no pude evitar recordar nuestra primera cita. Fui al baño y en breve salí duchado y vestido. Me acerqué a la cama donde Sonia desnuda zapeaba entre canales extranjeros y le dije las primeras palabras de nuestro encuentro "la habitación está pagada, toma 100€ para el taxi, ya hablaremos". Enfilé el pasillo para salir de la habitación sonriendo mientras Sonia me dedicaba toda una retahíla de insultos, descalificaciones y adjetivos que me dejaron claro que no tardaría otros tres años en volver a saber de ella.


sábado, 4 de enero de 2014

Marieta´s story

Tengo la fortuna de contar con no pocas seguidoras en el blog. He tenido la suerte o desgracia de quedar con alguna de ellas, como os expliqué en un viejo post. Aunque el morbo de conocer a una lectora siempre está presente, no es menos cierto que en ocasiones es preferible seguir en el anonimato. Quizás es miedo a decepcionar, o peor aun, miedo a quedar atrapado en las redes de una persona que conoce tu cara oculta.

Estuve muy cerca de traspasar ese umbral con Marieta. Todo me seducía de ella, sus comentarios, su blog y su huida hacia lo desconocido. Hace ya tiempo que cerró su bitácora y, aunque veo con alegría que aún se acerca a mi casa, no creo que se moleste porque explique su curiosa aparición en este mundo de perversión digital.
la foto no tiene nada que ver con el post pero... sabía que os haría entrar a leerlo.

La historia de Marieta tiene un trasfondo digno de un guión cinematográfico. No sé si da para una comedia romántica o  para un retorcido filme de suspense. Tras años de matrimonio (obsérvese que no he dicho feliz matrimonio) y de la maravillosa experiencia de la maternidad, nuestra protagonista empezó a ver que aquello no era lo que le habían contado, no era lo que veía en los edulcorados anuncios de perfumes ni en las novelas ni, lo más triste, entre sus amigas.

La insatisfacción puede ser puerta a la exploración de otras realidades, otras opciones. Marieta conoció a un hombre que parecía satisfacer sus anhelos. Por desgracia un hombre casado, como ella. La mujer de este apuesto caballero cultivaba un aire de suficiencia y altivez intelectual repelente. La muy ilustrada esposa tenía un blog cultureta de esos que tanto abundan y que tan poco aportan. Nuestra protagonista, dispuesta a descubrir las flaquezas de su rival, decide sumergirse en la red y crearse un alter ego golfo con el que poder rondar a su presa con total discreción.

Su blog empieza siendo un lugar de desahogo donde explicar la agonía de su matrimonio y la poca ilusión por tratar de reflotar su relación. Poco a poco, supongo que ayudada por los comprensivos comentarios de sus lectores, decide lanzarse al vacío. En poco tiempo empieza a narrar su escarceos amorosos con su príncipe azul. Poco a poco nuestra aburrida mujer casada va transformándose en una vampiresa del sexo. Recuerdo con goce un post en el que hablaba de las maravillas lubricantes de la crema Nivea. Del propósito inicial de su blog, ni rastro. Ya tiene a su amante y la petulancia intelectual de su rival deja de importarle, para qué va a preocuparle: tiene lo que quería y lo goza. 

Entre la Marieta decidida a romper por la vía del sexo con su monotonía y la Marieta que se relaja abrazada con su amante después de un buen polvo media un abismo. Está claro que su matrimonio está en el corredor de la muerte pero la duda la acosa: ¿quiero ser la nueva esposa de este amante infiel o la loba que se deja follar el culo en una noche de vicio?

El peaje de entrar en este mundo de desaprensivos y golfos es que te puede arrastrar hacia el lado oscuro. Marieta lee otros blogs, se calienta con las aventuras de sus semejantes pervertidos y piensa en porqué no va a ser ella uno de esos seres libres que derraman sexo a cada paso que dan. Ahí aparezco yo. A través de comentarios y algunos mails privados nace la curiosidad y un insano desvelo por erradicarla. Intercambiamos algunas fotos y para mi sorpresa resulta ser un pedazo de mujer. Comparto mi nueva amiga virtual con Maria y le gusta tanto como a mi. Maria me incita, me pregunta si hemos quedado, si lo vamos a hacer y me suplica que haga lo posible por participar de la emancipación de mi amiga. Se excita con la idea de compartir el coño de Marieta.
la imagen sigue sin tener nada que ver con el post, pero me parecía tan sugerente...

Con el paso del tiempo Marieta deja definitivamente a su marido. Su maniobra da resultado y junto a su amante dan comienzo a una nueva relación. Dejan cada uno a sus congéneres y se lanzan a una vida en común. Marieta cierra el blog y le explica a su nueva pareja su incursión en el mundo sucio de internet. Su nuevo compañero parece no encajarlo con mucha satisfacción. Aún así, consciente que gracias a eso están juntos, lo acepta y aparca ese episodio en el cajón del pasado. Por desgracia Marieta no se desprende de todos sus recuerdos. En un pendrive  aparecen unas imágenes de la polla de un hombre. Aparentemente se ha corrido sobre unas fotos de Marieta. Aquello es demasiado, se plantea un cisma y mi amiga es obligada a borrar sus recuerdos del soporte informático... pero no de su mente.

Marieta ha estado presente en muchos de mis orgasmos y su nombre en la susurrante voz de Maria ha hecho que me corra en muchas ocasiones. Cada vez le encuentro más placer a la renuncia y a la libertad de construir lo que pudo ser. Siempre le he deseado a mi amiga lo mejor en todas las facetas de su vida, pero en el aspecto sexual le deseo que vuelva a ser la golfa de la caja de Nivea, la zorra que gozaba durante horas de la polla de su amante, del sabor del semen y la golfa que se corría soñando con la polla de su amante virtual.

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