domingo, 3 de julio de 2011

Road Movie

Creo que tengo que dar una explicación. Mi última entrada fue algo críptica. La verdad es que no es fácil explicar lo que me llevó a crearla. La separación de María está siendo dura. La echo de menos. Hablamos cada día, me cuenta como le va el trabajo y como es la ciudad donde está. Después me escribe explicándome las travesuras que hace. Firma todos sus mails como "tu puta". Se está follando a un compañero. Es un chico más joven que ella, está bueno y tiene buena polla. Cada noche se corre con él varias veces. A pesar de lo que me excita la situación he de reconocer que por primera vez en años he sentido celos. Sé que María es feliz conmigo pero hace años que no puedo follar con ella cada día y María necesita más de lo que yo le puedo dar. Ahora mismo lo está pasando en grande y me ha contado que incluso fue al club Encuentros en Madrid con su amante.

Sentirme así, me empujó a quedar con una lectora del blog. Ella y su marido lo siguen desde hace tiempo y les daba morbo tomar una copa conmigo. Al día siguiente tenía plan con un viejo amigo en Barcelona (de ahí el título de este post) así que acordamos la cita y me decidí a acercarme a un bar del Born, el Copetín, seguro que muchos lo conocéis. 

No me costó encontrarlos. Ella llevaba un vestido banco, muy escotado con una falda asimétrica y un corte que dejaba al aire su muslo. Muy morena y perfumada no tardó en susurrarme que no llevaba bragas. Él, con todo la pinta de crápula que os podáis imaginar, de escaso pelo engominado, sudoroso y algo ansioso. Tomé un mojito y dejé que ellos hablaran. La verdad es que al principio su actitud no me excitó lo más mínimo. La insistencia de Jose me agobió "está buena verdad? quiere comerte la polla.... es muy puta..." sólo me faltó ver al tío tocándose mientras me lo decía. Tras una primera impresión algo tibia de Ana no voy a negar que a los dos tragos me hubiera encantado correrme en su boca, destilaba un aire a sumisa que me puso mucho, pero su marido me resultó bastante cansino. Decidí reservarme para el día siguiente, así que me tomé el mojito y educadamente les mentí. Antes de irme pude tocar el coño de Ana para deleite de Jose. Cuando salía del local vi como la mujer no perdía detalle del camarero negrito que preparaba vigoroso los combinados tras la barra. José tendría esa noche sus cuernos deseados, no me cabe duda. Jose si lees esto hasta el final entenderás porque no fui al baño con tu mujer. Espero que lo arreglemos en breve, quiero que veas como me corro con ella. Me encantó.

Conozco a Gerard hace mucho tiempo. Tuvo la suerte de invertir algo de sus ahorros (vendió un par de pisos de su propiedad en la cima de la burbuja inmobiliaria) en el negocio de otro amigo que ahora se ha convertido en una franquicia de éxito en España. Yo fui tan burro que no me confié en mi amigo. El sólo recoge el dinero. Sus socios tampoco lo quieren cerca: arruinaría la empresa en pocas horas. Así que, ya en la cuarentena, se dedica a ir a la universidad a sacarse asignaturas de Historia del Arte, aunque creo que nunca ha pisado un museo. 

Siempre me había hablado de sus aventuras mensuales que él llamaba "road movie". Salía a media mañana de Barcelona y llegaba hasta la Jonquera. Una ruta que se hace en un par de horas a él le lleva más de diez, y a veces, incluso el día completo. Otros amigos separados o solteros lo habían acompañado y formaron una especie de cuarteto del vicio y el puteo. Ahora que ellos se había retirado seguía fiel a su cita. En cuanto se enteró de que María estaba fuera me acosó a sms para que quedáramos, así que el sábado pasado caí en sus redes.

Pensaba que me recogería con alguno de sus coches deportivos, pero cuando me asomé a la ventana y lo vi montado en un Mini de color amarillo me planteé hacerme el sordo y no bajar. 

Llevaba varias latas de Red Bull, una botella de ron, cerveza, patatas... sólo me faltaron los berberechos. En cuanto me senté a su lado me puso la mano en la rodilla y me dijo con camaradería "que ilusión tío, lo vamos a pasar en grande" Debían ser las once y media de la mañana y ya se le notaba la cocaína en los ojos. "Joder Gerard... yo ya no quiero saber nada de esa mierda" "mejor" contestó. Así es Gerard, nada ni nadie le iba a joder su plan.

La primera parada me dejó helado. En la NII en un tramo revirado con muchas putas en el arcén, creo que por Tordera, Gerard aminoró la velocidad. Los coches nos adelantaron en tromba y súbitamente mi cicerone se metió en un camino de arena. Una mujer de unos cincuenta años, gorda, con unas raíces espantosas, sudorosa y vestida con un imposible traje a rallas blancas y azules, se nos acercó intentando parecer sugerente. La señora llamó a mi amigo por su nombre y en un tris me tuve que sentar en el asiento de atrás. La mujer se sentó en el asiento del copiloto y Gerard se sacó la polla con toda la naturalidad del mundo. He de reconcer que hasta me cohibí, aunque él orientó el espejo con naturalidad para seguir con la conversación. De fondo oía los lametones de la puta como si salieran del equipo de música, como si no fuera con nosotros. "Joder tío me salgo fuera" no caí en que el Mini sólo tiene dos puertas. Cogí un Red Bull, di un trago y lo rellené con Ron. La mujer se aplicó con ganas y mi amigo no tardó en correrse. Le dio cincuenta euros a la puta y me preguntó si quería probar. A la mujer le faltaban los dientes. 

Antes de reanudar la marcha Gerard se hizo una ralla y atendió un par de mensajes. Ese ritual se repetiría con frecuencia en las horas siguientes. En breve seguíamos en ruta. No recordaba lo divertido que era mi amigo, estuve riendo con sus aventuras mientras comíamos en un bar de carretera. Tras los postres, cafés, chupitos y porro de marihuana en el parking, reprendimos camino hasta la siguiente parada. 

Nuevamente decadencia. Un club en Palamós. No le costó seleccionar compañera. Me sorprendió como se le acercaban las chicas, sin duda conscientes de que una vez al mes pasaban los reyes magos: buenas propinas y coca gratis. En esta ocasión escogió una negrita caribeña a la que me hubiera follado encantado. Sólo la promesa de ir a uno de los grandes burdeles de la Jonquera me reprimió. La verdad es que el club daba algo de miedo, varias de las chicas parecían drogadas, tristes y somnolientas. Debían ser las siete u ocho de la tarde y éramos los único clientes. Según mi amigo "es mejor llegar prontito, así están limpias" sic. Yo me sentía como un verdadero cabrón allí. Me tomé un copa ante la mirada poco amistosa del camarero, un rumano huraño y agresivo, mientras despachaba a las putas que me atosigaban. Por turnos me sobaban y yo las correspondía. Una chica con apariencia de menor, muy delgada y risueña, se me acercó titubeante. Olía divinamente a una fragancia dulzona. Pude acariciar su pubis introduciendo los dedos por su pantaloncito y sólo la aparición de Gerard impidió que la llevará a la habitación. Cuando me separé de ella me sonrió con un gesto que no supe interpretar si era de alivio o de lástima. El rumano la miró poco amigablemente. En tiempos de crisis no se puede dejar escapar una presa cuando parece definitiva.

Unas horas más tarde tras comer unas deliciosas gambas en Palamós, seguimos ruta hacia el norte. Iba cruzando los dedos para que no nos parará la policía. Aunque Gerard parecía sereno (la coca le ayudaba) habíamos bebido mucho en poco tiempo. Yo iba bastante pasado y sólo podía pensar en la puta que me iba a follar y en como disfrutaría contándoselo a María.

Paradise. Seguro que os suena. Es el prostíbulo más grande de Europa y la verdad, impresiona. Pensaba que nos dirigíamos allí pero mi guía me dijo "nada, nada... mucho bombo pero vamos a uno mejor. Te acerco para que lo veas, de bajada si quieres paramos" Miré por la ventanilla como un niño al que se le escapa un globo en el parque de atracciones. Unos minutos más tarde aparcábamos en el Dallas. Desde fuera me decpecionó un poco, pero bueno, que casa de putas no es decadente desde el parking? Cuando entramos más de lo mismo. El mismo decorador excesivo y rancio de todos los burdeles, con una peculiaridad: unas chicas realmente impresionantes. Conté el dinero de mi cartera y no hice más juicios morales. A medía copa Gerard había vuelto a desaparecer. Mi ojos se clavaron en una negra deliciosa. No hablamos de dinero. Me moría de ganas de follar con una negra y esta era deliciosa. Me notaba bastante borracho y si hubiera estado mi socio cerca le hubiera pedido algo de sus polvos mágicos. Deserea me cogió de la mano y me llevó a su madriguera. En la habitación se quitó la poca ropa que llevaba y me dejó si aliento. Podéis verla en las fotos, no creo que nadie que haya leído hasta aquí me diga que no se la follaría. Hablo de mujeres y hombres. 
Tras pasar por el baño la tumbé en la cama y le metí la lengua en el culo, empujé, moví, sorbí, lamí su coño, sus pechos, apreté, pellizqué y me dejé hacer. No podía parar de pensar en como disfrutaría Maria con ese coño delicioso. Tuve que frenarla varias veces y dedicarme a su coño para no correrme como un principiante. Sólo el sobre precio de follarle el culo me hizo recapacitar. Le chupé repetidamente el coño y el culo hasta que me llenó los labios con su corrida. Agradecida me retiró el condón y siguió mamando hasta que llené su pecho de leche. Me quedé destrozado, hacía demasiado que no estaba dentro de una mujer y me corrí como un animal. Desarea se empezó a vestir y tuve que hacer esfuerzos por no quedarme dormido.
De nuevo en el bar la negrita se separó de mi sin mirarme, a la busca de doscientos euros más (al final pagué el sobreprecio, aunque no follé su culo le pagué de más, su cuerpo lo merecía) Gerard me esperaba tomando un Red Bull y al verme llegar me recibió abriendo los brazos, como si me hubiera llevado a perder la virginidad. Le acompañé con otro cubata que disfruté mientras seguía a Deserea deambular por el club. No tardó ni media copa en subir con otro chico. No está mal trescientos euros en hora y media.
La vuelta fue un rosario de comentarios y risas, como si volviéramos de un partido de fútbol. Aunque yo me dormía Gerard parecía más despierto que nunca. Quiso parar en el Paradise, pero yo sólo quería llegar a mi casita a dormir. Sólo hora y media más tarde me dejaba en el portal de mi casa. Gerard se fue haciéndome prometerle que el mes siguiente contaría conmigo. Me metí en la cama confuso. Pensando en si María estaría follando con su amante a esas horas. El olor de mi compañera de pago aún me rondaba la yema de los dedos. Me excité recordando el cuerpo de ambas y tuve que masturbarme utilizando las bolas tailandesas de María bien lubricadas. Me corrí sobre las sábanas y me quedé dormido como un angelito. A la mañana siguiente desperté con resaca, oliendo a lubricante y con el culo dolorido. Tuve que recordar el final de la noche para no dudar de mi heterosexualidad. Le escribí un mail a María dándole algunas notas de mi noche. Hoy leerá como fue toda mi ruta golfa. Al mail que le envié me contestó "yo también me follaré un negrito". María en estado puro. 

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