sábado, 18 de diciembre de 2010

Cena de empresa 2010

De las pocas cosas que me gustan de la Navidad una es la cena de empresa. Es como un carnaval invertido anticipado, me explico: todos dejamos nuestro disfraz colgado en el armario y nos vestimos de lo que realmente somos. El quillo es quillo, la choni es choni, el carca es carca y así toda la empresa en un ejercicio de solemne sinceridad. Semanas antes del evento los corrillos en la oficina recaudan dinero para coca y planean el after party, cuando los jefes se hayan retirado. Se cruzan apuestas sobre quien se emborrachará antes y en un círculo más íntimo, sobre quien se follará a quien. Este año yo cotizaba alto con Sonia. Hacía meses que se oían comentarios sobre la gran afinidad que tenía con ella. Sonia es una tía mayor que yo, morena con cuerpo endurecido por el gimnasio y la cirugía, y una actitud sonriente y complaciente que la hacen la compañera ideal. Su sonrisa permanente me hace pensar en todo menos en llenársela de leche. Muchos de mis compañeros me envidian por mi aparente pole position en la cena, pero lamentablemente Sonia sólo me apetece para que me la chupe si no encuentro nada mejor.

Hace un par de años que la cena de empresa de María coincide con la mía. Ambos sabemos que es una de esas veladas en las que cada uno podrá dejarse llevar por unas horas a cambio de una morbosa confesión. Mientras me relajo frente a la tele viendo vídeos musicales, María se ducha. Escucho como golpea la maquinilla de afeitar contra la bañera para retirar los restos de vello. Se está rasurando el coño, dejándolo suave y apetecible. Pasa frente mí desnuda y veo como de su coño pende un hilo. Se ha metido las bolas chinas y me está mostrando que no se va a guardar nada esa noche. Escoge un conjunto negro, de blonda. Se viste con una mini negra, un top del mismo color y unos calcetines-media hasta medio muslo, de esos que dios ha querido que vuelvan a ponerse de moda. No le comento nada sobre las bolas y el conjunto de lencería, forma parte de pacto no escrito.

Me apresuro en llegar al restaurante. Algunos de mis compañeros llevan ya el cubata a medias y sé que debo esforzarme para no perder comba. Sonia ya he llegado y no tarda ni cinco segundos en acercarse a mi y arrimarme su cuerpo. Me recuerda la actitud de las putas en cualquier burdel, Sonia al menos tiene la decencia de no poner su coño en mi rodilla, como haría cualquier fulana medio profesional. Hay una especie de karma en el ambiente que parece empujarnos a mi y a Sonia acabar la noche en la misma cama. A medida que caen las botellas de vino y la comida desaparece de los platos, el coño de Sonia me parece más apetecible. Un zumbido me avisa que mi móvil tiene un sms que enseñarme. María me ha enviado una foto sacada con su iPhone desde debajo de la mesa. Veo su faldita, sus piernas abiertas y el tanga ladeado mostrando su coño y el hilo de las bolas chinas. Ni una sola palabra de texto. Me agacho fingiendo recoger la servilleta y miro que tal es el panorama bajo la mesa. Sonia lleva unos pantalones negros y ceñidos.

Los viajes al baño se repiten, Sonia y varios de mis compañeros y compañeras aumentan su elocuencia y simpatía tras volver del servicio. Cada vez me parece mas inevitable meterle la polla en la boca a mi querida Sonia. Sobre la mesa sólo quedan los cubatas, botellas de licores varios y restos del delicioso pastel de chocolate que nos ha servido una mulatita caderosa. María me vuelve a enviar un sms. Esta vez sin foto, sólo texto: "me voy a comer una polla". Ahora miro a Sonia con toda la ferocidad que puedo. Ella parece percibir mis intenciones, pero su caída de ojos me hacer ver que empieza a estar fuera de sí. La boca que antes parecía reservada solo para mi polla parece ahora aceptar más candidatos. Algunos de mis colegas empiezan a insinuar una escisión. No estamos para discotecas, muchos estamos de acuerdo, suena mucho mejor un lugar de esos en los que las mujeres no te rechazan.

Al salir del restaurante nos repartimos en coches. Curiosamente los conspiradores puteros vamos en el Audi de Juan. Como en las películas un estuche de cd, creo que era de Alejandro Sanz, sirve de bandeja para preparar unas rayas. El club está bastante cerca de donde hemos cenado, discreto, sin neones, con un sólo letrero en el que se lee "club de caballeros, reservado el derecho de admisión". En la puerta juego mi particular quiniela: si encuentro una negra con buenas tetas, alta y que huela como los ángeles, pago, si no, me retiro. Ni una sola negra. Mujeres de todos tipos, a cual más deseable, cualquiera deliciosa para compartir con María, pero nada parecido a mi apuesta. En breves instantes sólo quedamos dos en la barra, los otros tres hace rato que viven su particular subida al cielo. Entre sorbo y sorbo no puedo evitar pensar en las caras de Lourdes, Ana y... no sé como se llama la tercera, todas convencidas de la honorabilidad de sus maridos. Juan, el conductor, parece estar viviendo su momento de bajón. Me habla de sus hijos, de su mujer, de su casa de la costa y hasta de su colección de dvd, las putas captan tan rápido como yo que Juan esta luchando contra sus deseos de manera feroz, tanto que lo convierten en cliente no potencial. Joder después de tanto rato y no consigo dejar de trabajar. Me temo que Juan va a entrar en fase llorica, así que lo convenzo para que me lleve a la disco donde está el resto de la empresa.

Tras un par de palmadas en la espalda Juan me agradece mi comprensión y enfila el camino a casa, satisfecho de haber vencido sus demonios y deseoso de abrazar a su mujer. Pobre Juan, mejor que no sepa lo que se comenta de ella. A pesar de ser ya las tantas el portero me saca diez euros que saco del bolsillo arrugados, desafiantes. En cuanto llego a la música busco con la mirada a mis compañeros, y entre ellos a Sonia. No voy a negar que prefería a la negra pero la boca de Sonia me parece ahora absolutamente deseable... hasta que la veo ocupada por la lengua de un morenito, el camarero del restaurante. La besa y la manosea con fiereza. Envio un sms a María diciéndole que tengo ganas de llegar a casa. Me contesta tras unos minutos que a ella a un le queda un ratito.

Definitavemente Sonia se va con el morenito. Sentado en un punto estratégico escurro el Bacardí con cola mientras hago esfuerzos para que Antonia, la asistente del jefe se aparte de mi. La noche se acaba pero aun tengo mi dignidad intacta.

Llego a casa, pongo el plus esperando la peli porno para poder hacerme una paja y no esperar a María como un desesperado. Cuando vuelvo a abrir los ojos un partido de la liga brasileña ha sustituido a las rubias pneumáticas de antes. El reloj me sopla que son las ocho de la mañana. En la habitación veo el cuerpo arrullado de María. Con su peculiar "sentido del humor" ha preferido dejarme frente a mi apasionante partido y mi gin-tonic, mientras ella se acostaba. Busco entre su ropa y encuentro el tanga empapado. Palpo con los dedos y reconozco el tacto. Me acerco a su bolso y encuentro el móvil. Busco las fotos y nada, los vídeos y lo encuentro. Siento el dolor delicioso de la infidelidad y la dulce satisfacción del morbo. Veo una mediocre polla en primer plano y una mano que la pajea. En un confuso movimiento veo el suelo y la pared del servicio, la cámara se estabiliza y ahora veo como María se mete la polla en la boca mientras mira a cámara. El sonido es confuso, una música inconfundiblemente discotequera, gemidos de un hombre madurito y los lametones de la lengua de María. No aguanto más, no llego a ver si el tío se corre. Con la polla durísima por la excitación y la droga, separo los muslos de María y la penetro con furia. Con la mano derecha le pellizco los pezones y el coño alternativamente. Esta mojada y busca con su lengua mi boca, consciente de que he visto como ha sido su noche. Sólo puedo decirle al oído "puta, puta" mientras me corro en su coño. Ella se arquea buscando hasta la última embestida. Nuevamente María me deja pequeño, como un crío inocente. No somos nada al lado de una mujer poderosa.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Panic Button

Últimamente me duele la cabeza. Y la barriga. Digamos que no estoy fino. Cada vez que abro el blog para escribir algo lo tengo que cerrar, sin que ni una línea valga la pena. Claro que tengo historias para contar, demasiadas quizás, por eso tengo esta sensación de hartura. Estoy saturado de sexo, de porno y de vicio. Lo único que aún no me sacia es el amor.

Mi jornada laboral lleva años empezando de la misma manera, taza de café que remuevo mientras el ordenador ronronea desperezándose. Al poco la musiquita de Bill Gates que me indica que ya puedo trabajar. Abro el mail y las páginas oficiales, el País, Vanguardia y algunas específicas de mi oficio. En otro navegador con panic button abro la retahíla de mis favoritos guarros. Algunos blogs, porno amateur, cornudos y alguna que otra web de buenas fotos eróticas. Paso por ellos casi sin prestar atención, como un cura rezando el rosario, mecánicamente. Sólo algunos detalles me centran, la deliciosa Matilda Rouge, la última fiesta de UHL, alguna buena contri en Morbocornudos, pero poco más. Diez minutos son suficientes. Sólo algunos textos me atraen, bien escritos, originales, la mayoría me parece bazofia. Algunas veces con dos lineas tengo bastante, faltas de ortografía, mala redacción, idioma sms, y historias que no me motivan para nada. Evidentemente con las fotos me ocurre lo mismo, paso de polvos en calcetines, culos con granos y sexos selváticos.

Me doy cuenta de que me he vuelto tan sibarita y exigente que soy repelente. Recuerdo que hace ya muchos años, cuando me senté frente al primer pc con conexión a internet, miré ansioso la página de Clima. Era la revista con que más me había pajeado de crio y la posibilidad de acceder a todos aquellos contactos desde casa me ponía loco. Más tarde encontré otras históricas páginas como Parejas.com y Parejas.net que en cierta medida nos llevaron a disfrutar del ambiente liberal y Parejabcn que nos enseñó que la ciudad del vicio de que hablaba Houllebecq existía y estaba a tan sólo 200km de casa.

Mi mayor impactó fue cuando hicimos cibersexo por primera vez. A tan solo unos clicks de distancia, al otro lado de la pantalla, una parejita rozando mayoría de edad se mostraban sin pudor. Ella rubia con tirabuzones, muy cría y él fuerte, rapado y tatuado. Recuerdo como el chico miraba continuamente a la pantalla para comprobar que su polla y el tatoo de su pubis quedaran perfectamente encuadrados. La niña se entregaba con pasión a la mamada mientras mostraba su culo y su coño a través de un tanguita blanco empapado. María me la chupaba en lo que parecía un duelo frenético entre las dos rubias. Me corrí enseguida, aquello me parecía la puerta a un nuevo mundo tan excitante que mi semen no pudo contenerse.

El fin de semana siguiente fuimos por primera vez a un club de intercambio de Barcelona, el ya desaparecido Ire Gold, y pudimos transformar aquellos amantes virtuales en algo de carne y hueso. Ni que decir tiene que en aquel club ninguno de los asistentes se parecía a la dulce parejita del ciber. La edad de los asistentes y sus más o menos tersas pieles no nos impidieron follar con nuestras dos primeras parejas. Una regordeta ama de casa con su polludo y escuálido marido y un abogado gordito y peludo con su ¿mujer? morenita, caderosa y desmotivada que repetía si papi, si papi a cada embestida.

Desde aquel fulgurante inicio sólo han cambiado los colores, tamaños y cantidades. Pocas veces más hemos sentido aquel dolor de barriga y cosquilleo tan delicioso, quizás sólo a las puertas de Le Glamour. Aquella maravillosa promesa que eran los inicios de internet está más que desvanecida. Los que ya éramos pervertidos lo seguimos siendo y los que no lo eran siguen sin pasar a nuestro bando, a pesar de la deliciosa tentación. Por el camino he visto como muchas parejas, alguna chica adicta a los tríos con quien pasamos interminables horas, y muchos blogs amigos han desaparecido (¿todo bien Lara?). Algunos han durado más que otros, muchos de los mejores se han desvanecido sin dejar rastro, y otros mas bien molestos perduran para atormentar muchas de mis mañanas.

¿Estamos saciados, hartos, decepcionados de internet/vicio/porno? ¿se ha convertido el internet golfo en un basurero en el que cuesta encontrar algo fresco y excitante? ¿se han vendido los mejores por cuatro monedas? ¿falta interactividad?¿el anonimato y la libertad de acceso han hecho que cualquiera se crea capaz de excitar o entretener? ¿Soy yo el que me debo formatear, restaurar y dedicarme a leer el Marca?

Uy el jefe, voy a hacer ver que me preocupa mucho el nuevo presidente de la Generalitat. Panic Button.

también te puede interesar

Related Posts with Thumbnails